Adiós a un amigo
Adiós a un amigo
Falleció el Doctor D. Jesús Caldas.
En su haber, una larga e intensa trayectoria profesional en los campos de la medicina y la enseñanza.
Con gran pesar comunicamos la triste noticia del fallecimiento el pasado 14 de enero del Doctor D. Jesús Caldas, maestro en Medicina y maestro de la vida.
Don Jesús Caldas, doctor en medicina, profesor de universidad y viajero infatigable. Autor de una tesis doctoral con Merito Extraordinario, estudió en España, China y en las universidades americanas Tulane University y Harvard University. En su haber, una larga e intensa trayectoria profesional en los campos de la medicina y la enseñanza. Catedrático en las universidades de Madrid y Colombia, fundó el primer hospital de medicina preventiva en España, interviniendo además en TVE con varios programas sobre medicina preventiva en la década de los 60. Doctor honoris causa por la universidad de Boston. Formó parte de la Asociación Internacional de Médicos del Mundo para la Prevención de la Guerra Nuclear, ganadora del Premio Nobel “Medicos del Mundo Prevención de la Guerra Nuclear” en 1985 . Premio internacional León Felipe de la Paz 1998.
Entrañable amigo, hombre afable y grandísima persona, asiduo tertuliano en los ambientes del emblemático Café Gijón. Orgulloso siempre de su familia, de sus amigos, muchos de ellos en La Adrada, su segunda residencia durante muchísimos años, y de su querida Galicia. Quienes tuvimos la suerte de conocerte, de disfrutar de tu compañía y de tus amenas charlas sobre cualquier tema en general y sobre salud e historia en especial, nunca te olvidaremos.
Ahora Jesús, solo nos queda, desearte que tu recuerdo de fuerza a tu familia para poder asumir tu pérdida, y mandarte un enorme abrazo allá, en cualquier otra tertulia en la que te encuentres, en nombre de todos los muchísimos amigos que también en La Adrada has dejado.
Jesús, te vamos a echar de menos.
en febrero de 2007 en La Adrada
D.Jesús Caldas (primero a la derecha) en el Café Gijón
La amistad desprendida
Por Maxi Olariaga
Recorte de prensa. Fuente La Voz de Galicia
Hace muchos días y muchas ediciones que publiqué en esta sección un artículo que lucía esta misma fotografía bajo el título: Dulce pájaro de senectud, inspirado claro, en la obra teatral del maravilloso Tennessee Williams que posteriormente llevó al cine Richard Brooks con Paul Newman y Geraldine Page en 1962. Publiqué aquel artículo porque el conocimiento de los protagonistas, Jesús y Marta, fue un redescubrimiento de la vieja obra de Williams cuyo argumento giraba en torno a un actor que, después de recorrer los escenarios de medio mundo, regresa al pueblo de su infancia con su compañera y se aloja en un hotel desde cuyo paisaje repasa su vida, sus relaciones y su historia enfrentada a un final inevitable.
Cuando Jesús volvió a su pueblo infantil se encontró con que los niños que dejó como amigos, o se habían convertido en viejos con pocas ganas de juerga o en cadáveres de Santa María a Nova. Era un gran tertuliano, conversador voraz, muy viajado, muy leído y cultísimo así que aproximó su alma a la juvenalia que venía empujando fuerte con sus tratados de geografía, de historia y de todas las ciencias que los seres humanos han sembrado cuantas veces en barbecho.
Se pasaba horas conversando con nosotros, contándonos sus experiencias adquiridas en el lugar adecuado, sabidas por tanto de hecho, no de oídas, y nos mostró sus libros y también los de otros, tanto los que lo retrataban bien como los que de él decían pestes. Después de recorrer Europa, Roma era su ciudad que compartió con Rafael Alberti, hizo las Américas de Nueva York pero también de Lima y Bogotá, ejerciendo la medicina.
Era un gran médico. Era médico de los que yo llamo de pulso. Te tomaba las manos, comprimía un poquito tus muñecas y te miraba a los ojos con aquel rasgo azul que te turbaba. Al punto te decía si las cosas iban bien, mal o regular y te recomendaba medicina natural. Poca química, poco laboratorio? «esa gente que experimenta con el mundo pobre para cuidar al mundo rico». Medicina natural, a ser posible.
A ser posible, naturalmente, buen vino, nada de tabaco, mucho mar, mucho empujón de las olas en Portosín, mejor desnudo como los dioses marinos, y mucha conversación. Mucho intercambio de información que es, decía, lo más preciado que puede tener el ser humano para saber lo que dice, cuando lo dice y como lo dice. Y cada día un libro, unos versos, un cuadro, una danza, una escultura. Y un beso de vez en cuando para dejar prendida su amistad en tu mejilla.
Tenía un pisito en Madrid abarrotado de libros y de arte e iba cada día al Café Gijón a charlar con los pocos que resistían el tirón de los ángeles. Tenía también casa en Mutxamiel y en La Adrada y en todos aquellos recintos salían por las ventanas las pinturas, las literaturas, los versos y los tratados de gerontología. Cuidó de sus amigos pasándoles consulta cada otoño hasta que se le fueron yendo. Grandes actores, artistas y empresarios que poco a poco le señalaron el rumbo último.
Falleció hace unos días en Madrid y donó su cuerpo de 90 años a la ciencia para que estudie un cuerpo sano del que tal vez se extraigan conclusiones más certeras para mantener a raya a las enfermedades. Xena y yo hemos perdido un amigo muy importante. Supo extraer lo mejor de nuestras almas que comenzaban a quedarse dormidas. Permítanme que meta mi dolor en sus vidas pero lo hago para conocimiento general de aquellos a los que tanto quería.
Pesar por el fallecimiento del doctor Caldas
Recorte de prensa: Fuente: El Correo Gallego 23/01/2011
El doctor Armando Jesús Caldas
Con hondo pesar se recibió en Santiago la noticia del fallecimiento del prestigioso doctor Armando Jesús Caldas Campaño en Madrid a los ochenta y nueve años de edad.
Nacido en Cuntis en 1921, realizó sus primeros estudios en Noia, y posteriormente, cursó la carrera de Medicina en Santiago y leyó su tesis doctoral en Madrid.
Precisamente en esta ciudad abrió en 1960 la que sería la primera clínica de Medicina Preventiva para atender el cáncer en las mujeres. Más adelante ejerció también la profesión en otros países como Italia y Estados Unidos. En este último, fue nombrado doctor honoris causa por la universidad de Boston, debido a su merecida fama como cirujano.
Entre los numerosos galardones que recibió el doctor Caldas a lo largo de su dilata y fructífera trayectoria profesional cabe destacar la concesión en 1985 del Premio Nobel a la organización de la que era miembro, Médicos por la Paz, así como el premio León Felipe, que le fue concedido en el año 1998.
Entre los que fueron sus pacientes a lo largo de su carrera se cuentan destacadas personalidades de todos los ámbitos, entre las que cabe citar a artistas de la talla de Teresa Berganza, o representantes del mundo de la empresa como Garrigues Walker.