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La Ronda de La Adrada

La Ronda de La Adrada

La Ronda de La Adrada

La ronda es una composición vocal corta donde todas las voces cantan la misma melodía en el mismo tono, y puede continuarse repitiendo indefinidamente hasta que los cantantes decidan concluir, pero en la que cada voz comienza a cantar una serie de tiempos después de la anterior, de modo que la melodía se imita a sí misma de forma similar al canon. (Wikipedia)

Esta forma musical que forma parte de la música popular de muchas regiones, también forma parte de la música tradicional de La Adrada.

“La Ronda, además de ser bonita y de pertenecer a nuestro folclore, forma parte de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones y de nuestra cultura (…)
Afortunadamente, todavía quedan en La Adrada muy buenos cantaores de ronda, y muy buenos tocadores de guitarra y de bandurria. No voy a nombrar a ninguno porque todos sabemos quienes son. Lo mismo que sabemos que están dispuestos a enseñar a los jóvenes y a los niños. Y yo que canto muy mal, pero que sé muchas letras de la Ronda, desde estas páginas me ofrezco a enseñárselas a todo el que quiera aprenderlas”


Pablo Caamaño

A las puertas de la ermita, vecinos con muy buena voz acompañados de guitarra y bandurria entonan la ronda durante las fiestas de la Virgen de la Yedra en 2001.

La Ronda de La Adrada en imágenes antiguas para el recuerdo.
Video insertado desde la página de Piedralaves – Tiétar en You Tube.

 

Paisajes de La Adrada

Paisajes de La Adrada

Paisajes de La Adrada

Despertar en un ambiente natural rodeado de exuberantes praderas, arroyos que fluyen con pequeñas cascadas y lagunas de agua cristalina, mientras se escucha la suave brisa y el dulce trinar de los pájaros, es la escena perfecta para comenzar el día.

Recorriendo los caminos, senderos y praderas, se pueden descubrir hermosas chorreras de agua como las del Charco de la Hoya o la Yega, lugares ideales para caminatas y paseos a pie o en bicicleta.

La flora y fauna en toda la zona es impresionante, con densos bosques de pinos, robles, castaños, sauces y alisos, donde se pueden avistar grullas y cigüeñas blancas. Además, cada estación del año ofrece una experiencia diferente, con los colores verdes, amarillos y ocres del paisaje.

Disfrutar de todo esto, ya sea escuchando el murmullo del agua fluyendo por los arroyos, sintiendo el cálido sol acariciar la piel, bañándose en alguna de las cristalinas gargantas, admirando la hermosura del entorno natural, o simplemente contemplando el panorama nocturno que ofrece su majestuoso castillo, nos aportará una placentera sensación de tranquilidad.

La Adrada

Breve recorrido

Breve recorrido

Breve recorrido

Pasear tranquilamente por esta villa situada en la falda de la Sierra de Gredos a 11 km del nacimiento del río Tiétar, es un regalo que nos ofrece el destino. Estamos rodeados de un entorno privilegiado y disfrutarlo al máximo será nuestra prioridad durante este recorrido. Podremos descubrir los bellos rincones que esconde esta hermosa localidad, donde se respira el encanto propio del Valle del Tiétar y su agradable microclima conocido como «La Andalucía de Ávila».
Charco La Hoya, al final del verano
Charco La Hoya, al final del verano
INFORMACIÓN
INFORMACIÓN
INFORMACIÓN

La Plaza del Riñón

Esta pequeña plaza arbolada de gran valor ambiental es un lugar ideal para comenzar a conocer el pueblo. Dispone de un estanque en forma de riñón que da origen al nombre popular con el que se la identifica, y además actúa como punto central del encuentro entre los vecinos. La fuente también contribuye a crear un ambiente agradable donde la gente se reúne para charlar

La Niña de La Adrada y El gato
Esculturas, la primera en bronce y la segunda en hierro fundido, del escultor Luis Arencibia, donada por el artista al pueblo de La Adrada.


La Calle la Feria y La Casa del Tío Talís
En la calle La Feria nos encontramos con una construcción que ciertamente llamará nuestra atención por su sencillez y hermosura. Esta casa que consta de dos plantas más buhardilla, con un diseño irregular, acabado con piedra natural y teja cerámica, es el mejor ejemplo de arquitectura tradicional del pueblo. Los detalles del edificio resultan irresistibles para muchos visitantes que conociendo la importancia histórica que tiene para La Adrada, no dudan inmortalizar mediante fotografías o videos unos momentos de su visita.

La Casa del Tío Talís

Calle La Feria

Productos de la huerta en una típica frutería-verdulería de La Adrada, hace unos años

Ayuntamiento
La tonalidad de la piedra en contraste con el azul del cielo y el verdor relajante de la montaña, hace resaltar la belleza de este edificio que con balcón, campanario y torre, fue construido a finales del siglo dieciocho.

 

La Plaza
Con fuente del siglo diecinueve, que chorrea agua limpia y fresca de la sierra por sus cuatro caños, fue en otros tiempos mercado, cine, corral de comedias y plaza de toros. Hoy es lugar de encuentro, paseo y baile durante sus fiestas tradicionales.

Los conciertos de madrigales, una tradición musical de todos los veranos a cargo de Camerata Cantabile.

El Encuentro de Folclore Villa de La Adrada, en una de sus actuaciones en La Plaza, siendo anfitrión el Grupo Alfoz de La Adrada.

La Agrupación Musical Villa de La Adrada, en una de sus actuaciones en La Plaza.

Comercio de la Tía Piedad

Comercio de la Tía Piedad


El árbol

Así reza el cartel:
El árbol de la Plaza de La Adrada es una Melia, cuyo nombre científico es «Melia azedarach». Nuestra querida querida Melia es actualmente un árbol viejo; por eso debemos cuidarlo procurando no herir su corteza ni contaminar la tierra que acoge sus raíces; es de hoja caduca y el tronco está cubierto de una corteza pardo grisácea con el fondo de pequeñas grietas ligeramente anaranjado. La copa poco densa es de forma redondeada y está constituida por ramillas frágiles de corteza verde. De ellas brotan las grandes hojas que pueden ser simples o doblemente compuestas. Es importante no confundir las hojas con las hojuelas que las componen y que miden entre dos y cuatro centímetros, son de forma ovalada y el margen aserrado con dientes irregulares. Todas penden de largos rabillos y son de color verde oscuro. Las flores aparecen de mayo a junio, son pequeñas y su color va del azul claro al lila; se agrupan en racimos y desprenden un olor agradable, al contrario que los frutos que no huelen muy bien. Dichos frutos se agrupan en racimos y tienen el aspecto de gruesos gigantes, primero verdes y más tarde amarillos; son tóxicos y con ellos se han confeccionado diversos productos insecticidas entre ellos lociones contra los piojos.

Melia
Melia

La Melia es un árbol resistente tanto a sequías como a heladas, pero no es demasiado longevo, pudiendo alcanzar alrededor de un siglo de vida. Su lugar de origen es amplio y se reparte entre Siria, Irán y China. La madera de Melia es de buena calidad, recordando por su color a la de la lujosa caoba a cuya familia pertenece y da nombre (Meliáceas). La gran difusión de la Melia por el mundo, se debe a su valor ornamental, pero no debemos olvidar que es un árbol sagrado en su tierra de origen y que en muchos lugares de Europa, entre ellos España, los huesos de los frutos servían para confeccionar rosarios.

Las Escalerillas

Desde la plaza de La Adrada, subiremos por estas escaleras conocidas como las Escalerillas. Calle con construcciones tradicionales de piedra natural, enfoscado, teja y carpintería de madera, que nos conduce a «El Torrejón», barrio típico de La Adrada, y mirador desde donde los visitantes pueden disfrutar del hermoso paisaje natural y urbano que hay alrededor.

Las escalerillas

En los primeros escalones de las escalerillas, margaritas hechas con guijarros, que pueden pasar desapercibidas.

El Torrejón

La torrecilla y el rodador

Vista desde el rodador

El Castillo
El castillo se encuentra en lo alto de una colina que domina los alrededores y ofrece una excelente panorámica del campo, de los pueblos cercanos y de las majestuosas montañas de la sierra. Un testimonio de la belleza natural de la zona y el paisaje que la rodea, y una visita obligada para quienes transitan por el Valle del Tiétar.

Fue reconstruido en 2002 sobre las ruinas de una antigua fortaleza que fue estancia temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y Reyes Católicos. La restauración pudo realizarse gracias a su cesión al Ayuntamiento de La Adrada por parte de la familia García Moreno, sus antiguos propietarios, y al impulso de varias instituciones que lo han transformado en el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar.

El mercadillo
Los martes y viernes son días especiales para los compradores de este pueblo, ya que pueden visitar el mercadillo que se monta en las cercanías de la plaza del Riñón y encontrar una variedad de productos, desde frutas y verduras frescas hasta prendas de vestir y calzado. Además, como el ambiente del mercadillo es siempre agradable y amigable, lo convierte en un excelente lugar para pasar el rato mirando todas las cosas interesantes que la gente ha traído para vender.

(Fotos de Mª Carmen Gil)

La Calle Larga y la Casa de Los Jerónimos
Calle señorial, símbolo de belleza y grandeza que se ha conservado durante generaciones con los edificios de mayor valor arquitectónico de la población. Durante siglos, la vía principal del pueblo en donde se encuentran la mayoría de las casas blasonadas de la localidad. Comienza esta vía con la casa del siglo dieciséis que perteneció a los frailes Jerónimos del Escorial. Su escudo representa la parrilla del martirio de San Lorenzo.

Calle Larga
Calle Larga

La Iglesia

Templo de clara influencia Herreriana, cuya construcción se comenzó a mediados del siglo dieciséis bajo la dirección de Pedro de Tolosa, aparejador de las obras del Escorial. En su interior impresiona su retablo de estilo barroco churrigueresco con seis columnas salomónicas. Una obra de arte hermosa donde destacan las figuras de El Salvador y San Blas.

La Ermita de la Virgen de la Yedra
Sencilla ermita, magníficamente restaurada gracias a la contribución de los vecinos de La Adrada, que está ubicada en el parque de La Nava y en cuyo interior se guarda la imagen de la Virgen de la Yedra, patrona de La Adrada. Quizás fue el segundo templo de La Adrada, después de la iglesia del castillo, y su construcción comenzaría en el siglo dieciseis sobre unas ruinas cubiertas de hiedra, en el lugar en que una antigua imagen de una Virgen que se veneraba en la abadía de Burgohondo, según la tradición, se apareció misteriosamente sobre un muro cubierto de hiedra a su sacristán de paso por La Adrada, allá por el siglo trece. También y siempre según la tradición, se sabe que a pesar de que la imagen fue devuelta en varias ocasiones a la abadía de donde procedía, la Virgen regresaba de nuevo a la Yedra. Estos sucesos convencieron a los adradenses para que la Virgen se quedara para siempre en La Adrada y fuera su patrona.

Foto de Elena Mendoza

Calles y paisajes

La Adrada lleva muchos años cautivando a los visitantes con su belleza. Casco urbano, praderas, bosques y montañas circundantes, hacen de este pueblo un lugar ideal para explorar. Ya sea que estés buscando un escape tranquilo del ajetreo y el bullicio de la vida de la ciudad o simplemente deseas disfrutar de un momento agradable con la naturaleza, La Adrada te brindará una experiencia única e inolvidable, que te hará recordar aquello que decía el escritor y filólogo chino Lin Yutang, «La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad de la persona que lo mira».

Charco La Hoya, al final del verano

Mirador astronómico
El Mirador Astronómico de Las Dehesillas es uno de los lugares abiertos más oscuros de La Adrada para observar el cielo nocturno y sus cuerpos celestes. Veremos la luna y el brillo de las estrellas con gran intensidad. Las constelaciones y la franja blanquecina de la Vía Láctea completan el espectáculo, ofreciendo una vista impresionante.
Si deseas explorar las estrellas y los planetas, de una manera divertida o educativa, el Mirador Astronómico de Las Dehesillas no te decepcionará.

Observatorio
Observatorio

El castillo

El castillo

El Castillo

y su Centro de Interpretación Histórica

Su origen se remonta al siglo XIV.

Sobre una colina se alza un impresionante monumento que ha sido cuidadosamente restaurado gracias a la cesión de la familia García Moreno, antiguos dueños del castillo, al Ayuntamiento de La Adrada. Este emblemático castillo ha sido transformado en el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar con el apoyo de diversas instituciones.

El castillo que fue hogar temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, se erige sobre los restos de una fortificación más antigua, posiblemente de origen romano y quizá construida sobre un antiguo castro celtíbero. Según cuenta la leyenda, en aquella antigua fortificación, el rey Alfonso VI vivió un romance con la hermosa princesa Zaida, hija política de Abenabeth, rey de Sevilla, conocido como Muhammad Abbad al´Mutamid (1040-1095). La bella dama se casó con el rey castellano poco antes de la conquista de Toledo, se estableció en la corte y renunció al islamismo, arriesgando su vida entre los musulmanes. Finalmente, se bautizó en Burgos con el nombre de Isabel.

Sin embargo, según se relata en el libro “Castillos de Segovia y Ávila” de Javier Bernad Remon, el origen de este castillo parece remontarse al siglo XIV, cuando el rey Enrique III otorgó la villa de Adrada al Condestable Ruy López Dávalos. Se cree que, construido con piedra sillar y granito, aprovechó los restos anteriores, posiblemente incorporando una iglesia. Su función principal no era la guerra, sino servir como lugar de esparcimiento para la realeza y la nobleza castellana, quienes encontraban en los hermosos valles y montañas circundantes una abundante caza.

CARTEL EL CASTILLO DE LA ADRADA

Foto del castillo en febrero de 2000

El castillo en la actualidad

 

Puerta de entrada al castillo, a través del puente levadizo. A ambos lados se pueden observar los escudos de armas de Álvaro de Luna y Beltrán de la Cueva.

En el siglo siguiente, el castillo experimentó importantes cambios. Se añadió la torre del homenaje y se construyó un robusto cubo artillero para adaptar las defensas a las necesidades de la época. En el siglo XVI, las luchas entre nobles y conflictos internos quedaron en el olvido, y el castillo fue transformado en un elegante palacio renacentista con porches, siguiendo el estilo propio de Castilla.

La propiedad del castillo pasó a manos de Don Álvaro de Luna durante el reinado de Juan II. Tras la caída en desgracia y ejecución de Don Álvaro en 1453, pasó a manos de la corona. Posteriormente, Enrique IV lo cedió nuevamente a una familia noble, en este caso a Don Beltrán de la Cueva, su favorito, quien lo mantuvo para sí mismo y sus sucesores bajo el título de marquesado en el siglo XVI. 

En el siglo XVII, el castillo pasó a la casa de Montijo, quienes lo poseyeron hasta mediados del siglo XIX, momento en el cual pasó a ser propiedad de la familia Alba.

Según relata el libro “Castillos y fortalezas de Castilla y León” de Fernando Cobos Guerra y Jose Javier de Castro Fernández, el castillo de La Adrada, junto con el de Arenas de San Pedro y otras propiedades, estuvo involucrado en un conflicto entre Juana Pimentel, viuda de Álvaro de Luna (conocida como “la triste condesa”), y el Marqués de Villena, quien buscaba casarse por la fuerza con su hija María y tomar posesión de sus tierras.

Juana recibió el apoyo de Iñigo López de Mendoza, futuro Marqués de Santillana y reconocido poeta, quien se casó primero con María. Sin embargo, el rey Enrique IV confiscó sus propiedades, incluyendo el castillo de La Adrada, el 10 de abril de 1461. Juana se sublevó y resistió, fortificando y guarneciendo las fortalezas de Arenas y La Adrada, generando movimientos y provocando disturbios.

Finalmente, Juana fue derrotada y el hijo del Marqués de Villena se casó con su nieta, pero retuvo el control del castillo de Arenas de San Pedro, mientras que el de La Adrada parece haber pasado a manos de los duques de Albuquerque, ya que fue donado por el propio Enrique IV a D. Beltrán de la Cueva, supuesto padre de “la Beltraneja”. Junto con el castillo de Mombeltrán, propiedad de la misma familia, controlaba la ruta entre Castilla la Vieja y Toledo.

El castillo de La Adrada quedó en ruinas, pero gracias a la intervención de diversos organismos europeos y españoles, y con la financiación de fondos F.E.D.E.R., la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial de Ávila y el Ayuntamiento de La Adrada, se logró su restauración. El resultado final de este impresionante proyecto superó las expectativas iniciales y permite apreciar la importancia que esta fortaleza ha tenido en la historia de La Adrada.

Las obras de restauración han permitido la rehabilitación de las murallas, la torre albarrana y el gran cubo artillero. Vista aérea (Javier del Toro Serrano)

Perspectiva del Castillo de La Adrada (Foto: Fernando Gómez) en la que se puede apreciar como desde lo alto de la colina, domina el pueblo y gran parte del Valle.

Panorámica del Castillo lado este y paisaje
(Foto: Rodrigo Schulz).

El complejo fortificado consta de dos recintos amurallados y un foso exterior. En el primer recinto se encuentra el núcleo original del conjunto, la iglesia de tres naves. Sobre el ábside se añadió posteriormente un torreón que forma parte de la Torre del Homenaje.

La entrada al palacio ha sido reconstruida utilizando algunas piezas descubiertas durante las excavaciones. La ventana está compuesta por dos arcos con un parteluz, enmarcados por una moldura de estilo islámico conocida como alfiz. En la parte superior, se encuentra una ladronera, una pequeña estructura voladiza que controlaba el acceso vertical a dicha entrada.

Columnas de grandes dimensiones propias de una catedral.

El conjunto palaciego incluía un templo gótico que se integraba en la fortificación. La iglesia constituía el núcleo central de la estructura. Al ábside, construido con mampostería y cubierto por una bóveda de ladrillo, se accedía a través de un imponente arco de triunfo. En la parte superior de este ábside se erigió, a finales del siglo XV, la torre del homenaje.

El interior del castillo, de forma rectangular, resultado de la fusión entre la iglesia gótica de tres naves y el palacio, ha sido durante generaciones, antes de su restauración, un lugar de juegos y escondite para los niños de La Adrada.

Patio porticado del palacio, con dos plantas de galerías y estancias o pasadizos de estructuras adinteladas y abovedadas en sillería. En el centro boca de un aljibe abovedado subterráneo, de donde se recogía el agua de la lluvia.

Casa del Alcaide, con los zócalos de azulejos y baldosas hexagonales de barro recuperados en la excavación.

Desde la torre del castillo y mediante espejos que reflejaban la luz solar se transmitían mensajes que a través de una red de espejos llegaban en menos de dos horas al Reino de Granada.

Paisaje desde el Castillo
Paisaje desde el Castillo

Desde lo más alto del castillo, se contempla un vasto panorama forestal que abarca el municipio de La Adrada y los pueblos vecinos. El recinto exterior del castillo se extiende a lo largo de 3.600 metros cuadrados, mientras que el interior ocupa una superficie de 1.500 metros cuadrados.

Los escombros de las ruinas han servido como un valioso parapeto, brindando protección a las preciosas piezas arqueológicas e inscripciones que se encuentran en su interior. Además, estos escombros han permitido el descubrimiento de restos humanos, ofreciendo así una fascinante visión de la vida y los acontecimientos pasados en este histórico lugar.

Tumba encontrada en el interior del castillo.

 

En la planta que ahora se puede observar se conserva la estructura que pudo haber alcanzado la fortaleza a mediados del siglo XVI, cuando a la primitiva iglesia se le adosó, al sur, un pequeño palacio, la denominada Casa del Alcaide (compuesta por una sala con chimenea y una alcoba), una antepuerta, y elevando sobre el ábside eclesial la torre del homenaje, a la vez que se protegía el conjunto con una nueva cerca amurallada.

La marca del cantero en una de las columnas.

 

 

Las obras de restauración que han permitido la reconstrucción del interior y la recuperación de la casa del alcaide y otras dependencias de servicio, también han conseguido desenterrar varias estancias y dar con el hallazgo de numerosas piezas arqueológicas, como mosaicos, cerámicas, monedas y utensilios.

 

Gentes de todos los rincones del país, sobre todo visitantes madrileños, de Castilla y León, extremeños y castellano-manchegos, constituyen el núcleo de viajeros que diariamente se acercan para visitar el recinto del castillo.

El Castillo iluminado

La contemplación durante el día del Castillo de La Adrada asombra a quienes hace dos décadas veían en este lugar, únicamente ruinas de una antiquísima fortaleza. Durante la noche, con el alumbrado, la imagen del castillo se funde en la oscuridad, creando un clima de misterio, quizá como hace siglos, cuando las antorchas eran su única fuente de iluminación.

 

De distinta forma, en algunas celebraciones especiales, también se puede presenciar el castillo brillando de forma espectacular con el resplandor multicolor de los fuegos artificiales.

Centro de interpretación histórica

Con el objetivo de difundir la cultura, la historia y el proceso de restauración del castillo, así como promover el turismo y la conservación del entorno medioambiental del Valle del Tiétar, el castillo de La Adrada abre sus puertas al público en los horarios indicados en la página de Facebook https://www.facebook.com/castillodelaadrada.

Este emblemático lugar alberga a lo largo del año diversos eventos culturales, como conciertos, exposiciones artísticas, obras de teatro, entre otros, que enriquecen la vida cultural de la región.

Una vez dentro del castillo, el Centro de Interpretación Histórica Valle del Tiétar recibe a los visitantes, brindándoles un recorrido que muestra la evolución de la fortaleza a lo largo de los siglos.

El centro dispone de una docena de estancias donde el viajero se puede empapar de historia sobre los primeros pobladores del valle, los vettones, -cazadores y recolectores de la segunda edad del hierro-, y de su vida en los castros. De las costumbres de los lugareños del valle a lo largo de los tiempos hasta hoy dan constancia las maquetas, textos e ilustraciones sobre la romanización, los visigodos, las invasiones musulmanas, los concejos, los señoríos y el mundo rural tradicional.

Diversos paneles ofrecen datos sobre la diversidad ecológica de la treintena de pueblos del sur de Ávila, Madrid y Toledo a los que da nombre el afluente del Tajo y en cuya depresión de 2.000 metros en la Sierra de Gredos se encuentran representadas prácticamente todas las regiones bioclimáticas. Las ilustraciones reflejan además con minuciosidad el mundo rural tradicional de los cerca de 170.000 habitantes del Valle, plagado ahora de urbanizaciones y viviendas.

Puentes y ríos

Puentes y ríos

Puentes y ríos

La Adrada conserva cinco puentes que constituyen un importante patrimonio arquitectónico:
Puente Mocha, Puente Mosquea, Puente Chico, Puente Nuevo y Puente del Martinete.

Además de los antes citados, debemos nombrar también El Puente del Vado, parcialmente demolido durante la guerra civil. Algunos eruditos apuestan por su origen romano.

Puente Mocha

En La Adrada, y en la carretera que conduce a Iglesuela del Tiétar, se alza majestuoso el Puente Mocha. Aunque se le atribuye un origen romano, se cree que fue remodelado en el siglo XVI para facilitar el tránsito entre dos lugares de gran importancia en la historia de España: el Monasterio de Yuste y El Escorial.

El Puente Mocha se erige en un entorno natural de una belleza singular, enmarcado por las aguas del río Tiétar. Este río, cuyo caudal varía según la estación del año, añade un encanto adicional al paisaje, que entre bosques frondosos y verdes praderas, realzan aún más la belleza del lugar.

El Puente Mocha, imponente en su estructura, invita a los visitantes a sumergirse en la historia que impregna cada piedra. Además brinda la oportunidad de deleitarse con la belleza natural que lo rodea, ofreciendo la posibilidad de disfrutar de apacibles paseos, capturar imágenes cautivadoras o simplemente contemplar la armonía entre la construcción y el entorno que lo abraza.

Puente Mosquea

Puente del siglo XVI (agresivamente “restaurado” hace varios años). Viejo camino hacia Higuera de las Dueñas, Fresnedilla y Escalona.

Puente Chico
Sobre el arroyo de la Cercá.

Pequeño puente medieval (agresivamente “restaurado” hace algunos años) camino de Fresnedilla sobre el arroyo de la Higuera o la Cercá, situado a continuación del Puente Mosquea

Puente Nuevo

INFORMACIÓN

Tal vez menos noble pero muy hermoso por su sencillez y emplazamiento, se encuentra en el Camino Viejo de Piedralaves, sobre la garganta de Valdetejo o río Escorial.

Puente del Martinete
Sobre la garganta de Santa María, o “río de los Molinos”

El río Tiétar

El río Tiétar, uno de los principales afluentes del río Tajo, nace en La Venta del Cojo, en el municipio madrileño de Rozas de Puerto Real, a unos 700 metros sobre el nivel del mar.

A lo largo de su recorrido de aproximadamente 170 kilómetros, atraviesa las provincias de Madrid, Ávila, Toledo y Cáceres, y desemboca en el río Tajo, en la zona del Parque Nacional de Monfragüe, a una altitud de 219 metros sobre el nivel del mar.

Este río, que configura varios embalses y presas notables, como la presa de Torrejón-Tiétar y el embalse del Rosarito, se nutre de destacados arroyos y afluentes que proceden de la Sierra de Gredos, como los ríos Arbillas, Arenal, Guadyerbas, Ramacastañas y Escorial.

Las siguiente imágenes están tomadas en el paraje de “Las Juntas” donde el río Escorial o Garganta de Valdetejos, se une al río Tiétar.

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