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Por los puentes

Paseo por los puentes “MOSQUEA” Y “CHICO”

 

Un documento de Conchi Roldán y Juan Luis Calzado.
Miembros de la Asociación de Amigos de La Adrada.

 

Detalles

Distancia: 9 kilómetros ( ida y vuelta)

Dificultad: baja

Época: cualquiera del año, preferiblemente en primavera

 

Plano

(pincha sobre el plano para ampliarlo)

Plano del itinerario

 

El paseo
Iniciamos la ruta por la carretera de La Iglesuela hasta el campo de fútbol. Justo a la altura de éste y al otro lado de la carretera, sale un camino que tomaremos y al poco de andarlo, atravesaremos el arroyo del Franquillo. A medida que andamos, el camino se va ensanchando y es que estaremos atravesando la pradera de “Nava las Viñas”.

Seguimos adelante y veremos que comienza una suave cuesta, entre pinares a ambos lados. Al poco, llegaremos a un lugar donde se aclara bastante la vegetación, denominado pradera de las “Dehesillas”. Nos encontraremos con un pilón-abrevadero y una nave ganadera a la derecha.


FOTO 1
Mirando el pilón, observaremos que sale un camino a la izquierda que dice “Escombrera” y otro a la derecha que no indica nada, pero que es el que nos llevará a los dos puentes objeto de nuestro paseo. Al principio, es llano pero después va descendiendo hasta llegar al primero de los puentes, el Mosquea (FOTO 1). Este camino unía antiguamente La Adrada con Fresnedilla y era muy frecuentado por ganaderos y comerciantes. A la derecha del puente, observamos una zona que antiguamente era cruce de caminos, comercial y límite entre términos municipales. A la izquierda, sale un camino que lleva hasta Sotillo.


FOTO 2
Con la inestimable compañía de nuestro amigo José María San Martín, conocedor como pocos de La Adrada, atravesamos sobre el puente Mosquea ( FOTO 2), para unos 250 metros más adelante toparnos con otro puente más pequeño, “Puente Chico” ( FOTO 3), construido no se sabe bien en qué fecha sobre un arroyo, que en verano puede ir seco.


FOTO 3

 

Una vez cruzado éste, podemos parar un momento para admirar el paisaje que hay a nuestro alrededor. A la derecha y a lo lejos, se pueden distinguir dos pequeñas montañas, juntas y redondeadas. Que se conocen con el nombre de “Las Cabezas”. La vegetación más común son los enebros, los pinos y las encinas. En las piedras y orilla del río, es fácil encontrar galápagos, y si tenemos mucha suerte, alguna garza real en las aguas del Tiétar.

Siguiendo una senda a nuestra izquierda, llegaremos a un “canchal” (pendiente de piedra y granito fácilmente escalable) y a la derecha, a unos 200 metros, llegaremos a unos antiguos asentamientos de piedra ( probablemente del siglo XVII), donde sus moradores construyeron tanto sus viviendas como los corrales para el ganado, en un lugar alto y protegido, y gozando al mismo tiempo de la ventaja de tener agua del río y el arroyo a escasos metros.

Las fotos 4, 5 y 6, muestran con bastante elocuencia los restos de los que debió ser este asentamiento: la solidez de su emplazamiento ( no se le ve hasta que no estás frente a las mismas rocas) y al mismo tiempo, la visibilidad de que gozaban, al estar ubicado en lo alto de un cerro, protegido por la vegetación.

FOTO 5

 

Seguimos encontrando otros restos interesantes y similares, así como señales de canteros y hasta un “erren” en muy buen estado.

Al poco, retomamos el camino de vuelta, antes de que el sol nos castigara con sus rayos.

FOTO 6

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