Las Fiestas de San Blas, Patrón de La Adrada, son fiestas en las que se aúnan el fervor religioso y las tradiciones folklóricas. Este año tendrán lugar durante los días 3,4 y 5 de febrero, siendo “El día grande” el martes 3, jornada con diana floreada, procesión en honor de San Blas, celebración de la Misa solemne, degustación de los típicos bollos de San Blas, y el baile con orquesta en la Plaza de La Villa.
El día 4, Diana floreada, Misa solemne de los Mayordomos, terminando con el baile y orquesta en la Plaza de la Villa. Y ya el día 5, festividad de Santa Águeda, en la que la mujer siguiendo antiguas tradiciones toma el mando, el baile de la Tizne en la Plaza de la Villa, una antigua tradición que al principio se realizaba con patatas cortadas por la mitad y quemadas al fuego, con las cuales los lugareños se tiznaban la cara.
Los más jóvenes, además, llevan a cabo por las calles auténticas peleas de huevos y harina; por la tarde, como culminación de las fiestas, El Carnaval, con la participación de residentes y visitantes en una esplendorosa manifestación de alegría acompañado de un pintoresco desfile de disfraces y carrozas.
Por estas fechas en las casas se preparan los tradicionales “bollos de San Blas”, elaborados con harina, aceite de oliva, vino, azúcar y levadura. Bollos que también durante todo el año se elaboran en algunos establecimientos de la localidad para suerte de los más golosos.
San Blas
Nació en Armenia (al sur de Rusia) a finales del siglo III.Era doctor en medicina y un hombre de vida ejemplar.Fue obispo de Sebaste, su ciudad natal. Se había retirado por inspiración de Dios a un monte llamado Angeo y hacía vida de ermitaño en una cueva.
En esa época, por orden de los emperadores Diocleciano y Maximiliano se comienza a perseguir a los cristianos. En esa zona lo hacía el presidente Agrícola. Este manda a sus ministros a “cazarlo” en el monte Angeo.
Los ministros se vuelven sin Blas, porque quedan sorprendidos al verlo en la cueva rodeado de gran número de feroces: osos, leones y lobos. Agrícola manda a más soldados para que lo traigan junto con todo otro cristiano que viva en ese monte y así es capturado.
El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza, y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio se le acercó una madre con su hijito muy enfermo llorando por tener atravesada una espina en su garganta.
Blas lo cura haciéndole la señal de la Cruz en la garganta. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.
Finalmente muere degollado en el 316 . En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta.
El 3 de febrero encendían dos velas en honor a San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: “Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta”.
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