Crónica de un espectador
Como amante de la música confieso que pocas alegrías pensaba darme este año, pues no tengo el bolsillo para pagarme el Auditorio de Madrid y menos para hacerme algún viajecito a Viena. Cuando, ¡mira por dónde!, me encuentro con un cartel que anunciaba una velada musical gratis en la Iglesia de La Adrada el día de Navidad y sin pensármelo más, después de pesadas digestiones, me voy, dándome un paseíto para de despabilarme hasta dicha iglesia.
Sinceramente, no esperaba mucho de una coral amateur. Ya me sorprendió el ver el templo lleno cuando entré. Busqué un sitio aceptable y, estupefacto, seguí el tono de los villancicos, escogidos con exquisito gusto. De algún programa aún suelto, me enteré bien del significado de todos ellos, incluyendo escogidas explicaciones sobre su origen en el siglo XVI hasta ahora. Me emocionó especialmente uno llamado “Campanero”, en donde el grupo de mujeres y hombres hicieron verdaderos alardes de mezclas de voz y acordes, y otro ucraniano, creo, que se llamaba “Ring Christmas Bells” con el que los cantores alcanzaron cotas que yo no esperaba. No faltaron un Adeste Fideles magníficamente entonado y una “Noche de Paz” dulce y cálida como debe de ser.
Pero lo mejor, estaba por llegar. La Directora, una joven mujer, bellísima por cierto, nos informó sobre Bach y sus sonatas y ahí fue el más increíble deleite que yo pensaba encontrar. Saliendo del embeleso de las notas, pues además gozábamos de una orquesta pequeña pero magnífica, me preguntaba sobre la afición y el esfuerzo de aquellas pocas gentes que con su buen hacer, sin quitar los ojos de su directora, arremetieron con Cantatas que hubieran complacido a su creador, de poderlas haber oído, salidas de aquellas voces.
Para mejorar el ya magnífico sabor de boca, el coro interpretó como despedida un “White Christmas” con su chispa de humor, todos los componentes tocados con adornos navideños y balanceándose al ritmo de la música.
Finalmente, los asistentes, enfervorecidos, entonamos un Adeste Fideles que dejaba al público a la altura del betún.
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