Su origen se remonta al siglo XIV.
Sobre una colina se alza un impresionante monumento que ha sido cuidadosamente restaurado gracias a la cesión de la familia García Moreno, antiguos dueños del castillo, al Ayuntamiento de La Adrada. Este emblemático castillo ha sido transformado en el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar con el apoyo de diversas instituciones.
El castillo que fue hogar temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, se erige sobre los restos de una fortificación más antigua, posiblemente de origen romano y quizá construida sobre un antiguo castro celtíbero. Según cuenta la leyenda, en aquella antigua fortificación, el rey Alfonso VI vivió un romance con la hermosa princesa Zaida, hija política de Abenabeth, rey de Sevilla, conocido como Muhammad Abbad al´Mutamid (1040-1095). La bella dama se casó con el rey castellano poco antes de la conquista de Toledo, se estableció en la corte y renunció al islamismo, arriesgando su vida entre los musulmanes. Finalmente, se bautizó en Burgos con el nombre de Isabel.
Sin embargo, según se relata en el libro “Castillos de Segovia y Ávila” de Javier Bernad Remon, el origen de este castillo parece remontarse al siglo XIV, cuando el rey Enrique III otorgó la villa de Adrada al Condestable Ruy López Dávalos. Se cree que, construido con piedra sillar y granito, aprovechó los restos anteriores, posiblemente incorporando una iglesia. Su función principal no era la guerra, sino servir como lugar de esparcimiento para la realeza y la nobleza castellana, quienes encontraban en los hermosos valles y montañas circundantes una abundante caza.
Foto del castillo en febrero de 2000
El castillo en la actualidad
La propiedad del castillo pasó a manos de Don Álvaro de Luna durante el reinado de Juan II. Tras la caída en desgracia y ejecución de Don Álvaro en 1453, pasó a manos de la corona. Posteriormente, Enrique IV lo cedió nuevamente a una familia noble, en este caso a Don Beltrán de la Cueva, su favorito, quien lo mantuvo para sí mismo y sus sucesores bajo el título de marquesado en el siglo XVI.
En el siglo XVII, el castillo pasó a la casa de Montijo, quienes lo poseyeron hasta mediados del siglo XIX, momento en el cual pasó a ser propiedad de la familia Alba.
Juana recibió el apoyo de Iñigo López de Mendoza, futuro Marqués de Santillana y reconocido poeta, quien se casó primero con María. Sin embargo, el rey Enrique IV confiscó sus propiedades, incluyendo el castillo de La Adrada, el 10 de abril de 1461. Juana se sublevó y resistió, fortificando y guarneciendo las fortalezas de Arenas y La Adrada, generando movimientos y provocando disturbios.
Finalmente, Juana fue derrotada y el hijo del Marqués de Villena se casó con su nieta, pero retuvo el control del castillo de Arenas de San Pedro, mientras que el de La Adrada parece haber pasado a manos de los duques de Albuquerque, ya que fue donado por el propio Enrique IV a D. Beltrán de la Cueva, supuesto padre de “la Beltraneja”. Junto con el castillo de Mombeltrán, propiedad de la misma familia, controlaba la ruta entre Castilla la Vieja y Toledo.
El castillo de La Adrada quedó en ruinas, pero gracias a la intervención de diversos organismos europeos y españoles, y con la financiación de fondos F.E.D.E.R., la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial de Ávila y el Ayuntamiento de La Adrada, se logró su restauración. El resultado final de este impresionante proyecto superó las expectativas iniciales y permite apreciar la importancia que esta fortaleza ha tenido en la historia de La Adrada.
(Foto: Rodrigo Schulz).
La entrada al palacio ha sido reconstruida utilizando algunas piezas descubiertas durante las excavaciones. La ventana está compuesta por dos arcos con un parteluz, enmarcados por una moldura de estilo islámico conocida como alfiz. En la parte superior, se encuentra una ladronera, una pequeña estructura voladiza que controlaba el acceso vertical a dicha entrada.
El interior del castillo, de forma rectangular, resultado de la fusión entre la iglesia gótica de tres naves y el palacio, ha sido durante generaciones, antes de su restauración, un lugar de juegos y escondite para los niños de La Adrada.

Los escombros de las ruinas han servido como un valioso parapeto, brindando protección a las preciosas piezas arqueológicas e inscripciones que se encuentran en su interior. Además, estos escombros han permitido el descubrimiento de restos humanos, ofreciendo así una fascinante visión de la vida y los acontecimientos pasados en este histórico lugar.
Gentes de todos los rincones del país, sobre todo visitantes madrileños, de Castilla y León, extremeños y castellano-manchegos, constituyen el núcleo de viajeros que diariamente se acercan para visitar el recinto del castillo.
El Castillo iluminado
La contemplación durante el día del Castillo de La Adrada asombra a quienes hace dos décadas veían en este lugar, únicamente ruinas de una antiquísima fortaleza. Durante la noche, con el alumbrado, la imagen del castillo se funde en la oscuridad, creando un clima de misterio, quizá como hace siglos, cuando las antorchas eran su única fuente de iluminación.
Centro de interpretación histórica
Con el objetivo de difundir la cultura, la historia y el proceso de restauración del castillo, así como promover el turismo y la conservación del entorno medioambiental del Valle del Tiétar, el castillo de La Adrada abre sus puertas al público en los horarios indicados en la página de Facebook https://www.facebook.com/castillodelaadrada.
Este emblemático lugar alberga a lo largo del año diversos eventos culturales, como conciertos, exposiciones artísticas, obras de teatro, entre otros, que enriquecen la vida cultural de la región.
Una vez dentro del castillo, el Centro de Interpretación Histórica Valle del Tiétar recibe a los visitantes, brindándoles un recorrido que muestra la evolución de la fortaleza a lo largo de los siglos.
Diversos paneles ofrecen datos sobre la diversidad ecológica de la treintena de pueblos del sur de Ávila, Madrid y Toledo a los que da nombre el afluente del Tajo y en cuya depresión de 2.000 metros en la Sierra de Gredos se encuentran representadas prácticamente todas las regiones bioclimáticas. Las ilustraciones reflejan además con minuciosidad el mundo rural tradicional de los cerca de 170.000 habitantes del Valle, plagado ahora de urbanizaciones y viviendas.
Visto 19.252 veces