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Alrededor de 300 especies de árboles y otras tantas plantas y arbustos conviven en armonía en el jardín botánico creado en La Adrada
Recorte de prensa.
Fuente: Diario El Mundo

La metasecuoya gigantea es un árbol procedente de Estados Unidos. Puede llegar a alcanzar los cien metros de altura y es muy longevo. Este tipo de coniferas no es muy común en España, aunque sí es posible visitar un ejemplar joven en el sur de Ávila. Exactamente en el jardín botánico ‘Valle del Tiétar’, en la finca que los vecinos del lugar llaman La Pinochera, en el término municipal de La Adrada. Aunque no es el único.
Alrededor de 300 especies de arbolés y otras tantas plantas y arbustos conviven en armonía en un jardín botánico particular que precisamente hoy abre oficialmente sus puertas al público. Aun así, Axel Mahlau, un filólogo de 51 años, profesor de alemán y aficionado a la biología, lleva mostrando este espacio, donde vive, desde hace casi cinco en que empezó a fraguar la idea de constituir un lugar que sirviera a niños, mayores, aficionados y curiosos para conocer mejor la flora del lugar, pero también la de cuatro continentes. Además, aprovecha cualquier ocasión para visitar viveros y hacer acopio de nuevas plantas. De hecho, en el último mes ha adquirido treinta más, una al día.
Esta finca ocupa 9,5 hectáreas, aunque solo tres son visitables. Para ello, se han adecuado caminos y se pueden contemplar pequeñas zonas ajardinadas entre la maleza boscosa. Aunque el recorrido ya esta definido, su artífice sigue pensando en como ampliar espacios, colocando un pequeño jardin japonés, otro árabe y una zona de arizónicas. De momento, ha conseguido tener flores durante cuatro meses. Cultiva plantas acuáticas; aromáticas, medicinales… El verde y el amarillo son los colores que más abundan en esta primavera, pero la naturaleza juega con el color durante el otoño, cuando ‘combinan sus colores las coniferas perennes hasta 60 variedades y los robles y quejigos de hoja caduca, que cambian sabiamente sus tintadas para impresionar al visitante.
«Aquí quiero que esté mi Selva Negra». Axel señala un rincón arbolado, en medio de la ruta que ha preparado para los visitantes que acudan estos días. La Selva Negra, al sur de la alemana localidad de Friburgo, es uno de los recuerdos mas arraigados de su infancia. Precisamente de este lugar llevaron sus padres -alemanes- las primeras plantas y árboles hace cincuenta años. El padre de Axel, en sus múltiples viajes al extranjero, aprovechaba para hacerse con ejemplares.
«La importancia de estos árboles no es que estén aquí, sino que estén bien integrados»; comenta Axel. Y lo están. Cedros del Himalaya, rododendros, madroños, avellanos, hayas, arces, chopos temblones, un abedul o un membrillo combinan su altura con plantas autóctonas como la jara -aunque cultivada, con unas preciosas flores rosas-, la borraja, la salvia o el rosal silvestre. Entre los nombres mas curiosos está una planta medicinal, el ginkgo biloba, una variedad de abies koreana silver locke, o un árbol chino del que se obtenía papel, llamado broussonetia papyrifera.
A la entrada del jardín botánico ‘Valle del Tietar’, Axel ha levantado una pequeña casita rústica donde venderá las entradas, pero también recuerdos en forma de bolsitas con plantas aromáticas y otros objetos, que servirán para financiar los gastos que ocasiona cuidar de la Madre Naturaleza.

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