Breve recorrido
La Plaza del Riñón
Esta pequeña plaza arbolada de gran valor ambiental es un lugar ideal para comenzar a conocer el pueblo. Dispone de un estanque en forma de riñón que da origen al nombre popular con el que se la identifica, y además actúa como punto central del encuentro entre los vecinos. La fuente también contribuye a crear un ambiente agradable donde la gente se reúne para charlar
La Niña de La Adrada y El gato
Esculturas, la primera en bronce y la segunda en hierro fundido, del escultor Luis Arencibia, donada por el artista al pueblo de La Adrada.
La Calle la Feria y La Casa del Tío Talís
En la calle La Feria nos encontramos con una construcción que ciertamente llamará nuestra atención por su sencillez y hermosura. Esta casa que consta de dos plantas más buhardilla, con un diseño irregular, acabado con piedra natural y teja cerámica, es el mejor ejemplo de arquitectura tradicional del pueblo. Los detalles del edificio resultan irresistibles para muchos visitantes que conociendo la importancia histórica que tiene para La Adrada, no dudan inmortalizar mediante fotografías o videos unos momentos de su visita.
Ayuntamiento
La tonalidad de la piedra en contraste con el azul del cielo y el verdor relajante de la montaña, hace resaltar la belleza de este edificio que con balcón, campanario y torre, fue construido a finales del siglo dieciocho.
Con fuente del siglo diecinueve, que chorrea agua limpia y fresca de la sierra por sus cuatro caños, fue en otros tiempos mercado, cine, corral de comedias y plaza de toros. Hoy es lugar de encuentro, paseo y baile durante sus fiestas tradicionales.
Los conciertos de madrigales, una tradición musical de todos los veranos a cargo de Camerata Cantabile.
El Encuentro de Folclore Villa de La Adrada, en una de sus actuaciones en La Plaza, siendo anfitrión el Grupo Alfoz de La Adrada.
La Agrupación Musical Villa de La Adrada, en una de sus actuaciones en La Plaza.
Comercio de la Tía Piedad
El árbol
Así reza el cartel:
El árbol de la Plaza de La Adrada es una Melia, cuyo nombre científico es «Melia azedarach». Nuestra querida querida Melia es actualmente un árbol viejo; por eso debemos cuidarlo procurando no herir su corteza ni contaminar la tierra que acoge sus raíces; es de hoja caduca y el tronco está cubierto de una corteza pardo grisácea con el fondo de pequeñas grietas ligeramente anaranjado. La copa poco densa es de forma redondeada y está constituida por ramillas frágiles de corteza verde. De ellas brotan las grandes hojas que pueden ser simples o doblemente compuestas. Es importante no confundir las hojas con las hojuelas que las componen y que miden entre dos y cuatro centímetros, son de forma ovalada y el margen aserrado con dientes irregulares. Todas penden de largos rabillos y son de color verde oscuro. Las flores aparecen de mayo a junio, son pequeñas y su color va del azul claro al lila; se agrupan en racimos y desprenden un olor agradable, al contrario que los frutos que no huelen muy bien. Dichos frutos se agrupan en racimos y tienen el aspecto de gruesos gigantes, primero verdes y más tarde amarillos; son tóxicos y con ellos se han confeccionado diversos productos insecticidas entre ellos lociones contra los piojos.
La Melia es un árbol resistente tanto a sequías como a heladas, pero no es demasiado longevo, pudiendo alcanzar alrededor de un siglo de vida. Su lugar de origen es amplio y se reparte entre Siria, Irán y China. La madera de Melia es de buena calidad, recordando por su color a la de la lujosa caoba a cuya familia pertenece y da nombre (Meliáceas). La gran difusión de la Melia por el mundo, se debe a su valor ornamental, pero no debemos olvidar que es un árbol sagrado en su tierra de origen y que en muchos lugares de Europa, entre ellos España, los huesos de los frutos servían para confeccionar rosarios.
Las Escalerillas
Desde la plaza de La Adrada, subiremos por estas escaleras conocidas como las Escalerillas. Calle con construcciones tradicionales de piedra natural, enfoscado, teja y carpintería de madera, que nos conduce a «El Torrejón», barrio típico de La Adrada, y mirador desde donde los visitantes pueden disfrutar del hermoso paisaje natural y urbano que hay alrededor.
En los primeros escalones de las escalerillas, margaritas hechas con guijarros, que pueden pasar desapercibidas.
El Torrejón
El Torrejón. Vista desde el rodador
El Castillo
El castillo se encuentra en lo alto de una colina que domina los alrededores y ofrece una excelente panorámica del campo, de los pueblos cercanos y de las majestuosas montañas de la sierra. Un testimonio de la belleza natural de la zona y el paisaje que la rodea, y una visita obligada para quienes transitan por el Valle del Tiétar.
Fue reconstruido en 2002 sobre las ruinas de una antigua fortaleza que fue estancia temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y Reyes Católicos. La restauración pudo realizarse gracias a su cesión al Ayuntamiento de La Adrada por parte de la familia García Moreno, sus antiguos propietarios, y al impulso de varias instituciones que lo han transformado en el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar.
El mercadillo
Los martes y viernes son días especiales para los compradores de este pueblo, ya que pueden visitar el mercadillo que se monta en las cercanías de la plaza del Riñón y encontrar una variedad de productos, desde frutas y verduras frescas hasta prendas de vestir y calzado. Además, como el ambiente del mercadillo es siempre agradable y amigable, lo convierte en un excelente lugar para pasar el rato mirando todas las cosas interesantes que la gente ha traído para vender.
(Fotos de Mª Carmen Gil)
La Calle Larga y la Casa de Los Jerónimos
Calle señorial, símbolo de belleza y grandeza que se ha conservado durante generaciones con los edificios de mayor valor arquitectónico de la población. Durante siglos, la vía principal del pueblo en donde se encuentran la mayoría de las casas blasonadas de la localidad. Comienza esta vía con la casa del siglo dieciséis que perteneció a los frailes Jerónimos del Escorial. Su escudo representa la parrilla del martirio de San Lorenzo.
La Iglesia
Templo de clara influencia Herreriana, cuya construcción se comenzó a mediados del siglo dieciséis bajo la dirección de Pedro de Tolosa, aparejador de las obras del Escorial. En su interior impresiona su retablo de estilo barroco churrigueresco con seis columnas salomónicas. Una obra de arte hermosa donde destacan las figuras de El Salvador y San Blas.
La Ermita de la Virgen de la Yedra
Sencilla ermita, magníficamente restaurada gracias a la contribución de los vecinos de La Adrada, que está ubicada en el parque de La Nava y en cuyo interior se guarda la imagen de la Virgen de la Yedra, patrona de La Adrada. Quizás fue el segundo templo de La Adrada, después de la iglesia del castillo, y su construcción comenzaría en el siglo dieciseis sobre unas ruinas cubiertas de hiedra, en el lugar en que una antigua imagen de una Virgen que se veneraba en la abadía de Burgohondo, según la tradición, se apareció misteriosamente sobre un muro cubierto de hiedra a su sacristán de paso por La Adrada, allá por el siglo trece. También y siempre según la tradición, se sabe que a pesar de que la imagen fue devuelta en varias ocasiones a la abadía de donde procedía, la Virgen regresaba de nuevo a la Yedra. Estos sucesos convencieron a los adradenses para que la Virgen se quedara para siempre en La Adrada y fuera su patrona.
Foto de Elena Mendoza
Calles y paisajes
La Adrada lleva muchos años cautivando a los visitantes con su belleza. Casco urbano, praderas, bosques y montañas circundantes, hacen de este pueblo un lugar ideal para explorar. Ya sea que estés buscando un escape tranquilo del ajetreo y el bullicio de la vida de la ciudad o simplemente deseas disfrutar de un momento agradable con la naturaleza, La Adrada te brindará una experiencia única e inolvidable, que te hará recordar aquello que decía el escritor y filólogo chino Lin Yutang, «La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad de la persona que lo mira».
Mirador astronómico
El Mirador Astronómico de Las Dehesillas es uno de los lugares abiertos más oscuros de La Adrada para observar el cielo nocturno y sus cuerpos celestes. Veremos la luna y el brillo de las estrellas con gran intensidad. Las constelaciones y la franja blanquecina de la Vía Láctea completan el espectáculo, ofreciendo una vista impresionante.
Si deseas explorar las estrellas y los planetas, de una manera divertida o educativa, el Mirador Astronómico de Las Dehesillas no te decepcionará.
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